martes, 9 de diciembre de 2014

Navidad



Salí a la calle y me fui a hacer la ruta vestida de Papá Noel. Ese día no fue necesario posar de estatua todo el rato, los niños venían corriendo a saludarme y me pedían que les dejara muchos juguetes esa noche, no conseguí mucho dinero, pero me sentí satisfecha.
Llegué a casa cuando Belén y Lucky preparaban la cena, ese día comeríamos ternera, lo que no era muy habitual, ensalada y patatas. Y Lucky nos prepararía una sopa típica de su país. Teníamos turrón y chocolate, y yo había pasado a comprar dos botellas de vino.
Mari Carmen llegó con una bandeja de dulces que le habían regalado y Berta con una botella de sidra achampanada y más turrones.
—Turrón duro, anda que sólo hace falta ver mi boca para saber que sólo podré chuparlo —y nos enseñaba su dentadura falta de piezas.
—Hay una de blando, no te preocupes que sin turrón no te quedas —le decía Mari Carmen.
Tania llegó cantando, alegre como siempre, no sabemos de donde lo había sacado pero llegó con una bolsa enorme de espumillón y adornos.
—En Navidad hay que poner la casa bonita, ayúdame Elenita guapa, que vamos a dejar esto más elegante que el palacio de Banquinjan ese.
Nos reímos y comenzamos a adornar la cocina, cantamos villancicos y así se nos olvidó un poco el dolor que sentíamos por dentro todos nosotros. Lejos de nuestro lugar, de nuestra familia, lejos de una chimenea que espera a llenarse de regalos.
El alboroto casi consiguió que no oyéramos a Pedro irse de la casa.
Belén me miró con tristeza y dijo: 
—No soporta estas fiestas, hay que respetarle.

lunes, 27 de octubre de 2014

Otro momento de felicidad








Allí estaba. Nuestros ojos se cruzaron, las gotas de lluvia habían calado en mi pelo y se deslizaban por mi cara. Me quedé parada, no sabía qué decir, ni que hacer. Entonces él se levantó, dejó unas monedas sobre el platito de la cuenta, cogió la funda con su guitarra y vino hacia mi. Antes de que pudiera decir nada sus labios habían encontrado los míos, y sus brazos protegían todo mi cuerpo.

Nos besamos durante todo el trayecto de vuelta a casa, yo le pedía perdón, y él a mi, y nos reíamos y nos abrazábamos, parecíamos dos adolescentes. La lluvia continuaba pero no nos importaba mojarnos, era otro momento de felicidad, parecía que estaban viniendo todos juntos.

Andrajos



martes, 7 de octubre de 2014

Oscuridad



Cuando llegó no había nadie, estaban las luces apagadas y todo recogido, su madre le había dicho que regresase antes del cierre, eso iba a suponer un buen enfado de su padre, volvería a darle una paliza, estaba tan cansada de sus golpes… tenía tanto miedo.
Entonces oyó un ruido en el almacén, y se dio cuenta de que la puerta no estaba cerrada con llave. La abrió con cuidado, dentro todo estaba oscuro.
—¿Hay alguien ahí? ¿Papá? ¿Mamá? Chicos ¿no estaréis haciendo de las vuestras? —no obtuvo respuesta.
Con cuidado fue palpando la pared en busca del interruptor para encender la luz, no lo encontró y entró con la idea de buscar otra llave para cerrar y dejar a salvo toda la mercancía.
Escuchó un ruido, como si alguien se levantase del suelo, contuvo la respiración y se dispuso a salir corriendo, silenciosa. Sigilosamente y muerta de miedo intentó salir por la puerta que había dejado abierta. Pero fue más rápido que ella, una mano atrapó la suya y tiró para meterla dentro del almacén.


miércoles, 1 de octubre de 2014

Caminando


Caminé por la ciudad ubicando todos los sitios que Fernanda había marcado en su sencillo mapa. Hacía frío, y a ratos lloviznaba. Estaban empezando a colocar las luces navideñas en las principales calles: ángeles tocando la trompeta, un trineo tirado por renos y un Papá Noel a bordo, flores, campanas, regalos… cada calle tenía una temática con la que engalanarse de cara a las fiestas. Navidad, llegarían tan señaladas fechas y yo estaría sola en una ciudad casi desconocida. Empecé a valorar las decisiones tomadas ¿había hecho bien en irme? O ¿simplemente había huido de unos planes que no salieron a mi antojo? Pensé en mi casa, en las Navidades cuando mi madre vivía, en como decorábamos cada esquina de nuestro hogar para que no quedase un rincón que no resultase festivo. Y aquellas cenas de Nochebuena, cuando cantábamos La Marimorena utilizando como instrumentos los cazos de la cocina con cucharones de madera. Mi madre, cómo la echaba de menos ¿por qué tuvo que morir tan joven?


Andrajos

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Viviendo













Lucky se reía y agarraba por los hombros a su hermano, contento por tenerle a su lado, sin importar las circunstancias. La iluminación la proporcionaba un aparatoso trasto que Lucky había ideado con una batería de coche que proporcionaba energía a varias bombillas, pero sólo en aquella sala, en el resto las velas y las linternas hacían el trabajo.
De pronto se oyó como alguien empujaba la puerta de la entrada, y todos se pusieron alerta, los dos hermanos se levantaron aguzando el oído. La puerta se cerró y oyeron como alguien colocaba los tablones que cerraban la casa por la noche, entonces todos se relajaron y continuaron la charla y las risas.


Andrajos

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Carreras





Pablo Carreras debía rondar los cuarenta años, y tenía ese aire de triunfador que se respira en cada detalle: su traje, su reloj, los complementos que había encima de la mesa de su despacho… Su pelo engominado y peinado hacia atrás le daban una apariencia de gigoló desfasado, de esos que te sonríen queriéndote decir “aquí me tienes nena”, pensando que vas a caer rendida a sus pies. No sólo dirigía aquella revista, sino que pertenecía a una de las familias más ricas de la ciudad, y sus contactos entre la gente pudiente eran más que evidentes. Así había creado Diamond Life, basándose en todo aquello que los de su clase disfrutaban cotidianamente y el resto de la humanidad suspiraba al ver.



martes, 9 de septiembre de 2014

Sombras







El parto había sido largo y doloroso, cuanto le dieron a la niña no quiso mirarla, no quiso cogerla, no quería saber nada de aquel ser que había formado parte de su cuerpo durante tantos meses.


Las enfermeras hablaron de depresión posparto, dijeron que poco a poco iría aceptando a la niña, que ella era muy joven y puede que no estuviera aún preparada para ser madre, pero que el instinto nacería tarde o temprano.


viernes, 5 de septiembre de 2014

Nosotros





Los dos hemos tenido suerte de conocernos ¿has pensado alguna vez en la cantidad de gente que nunca llegará a conocer a su pareja ideal? Muchos terminarán casándose con quien más les llene, pero sin saber que hay alguien más por ahí que les complementa perfectamente.


sábado, 30 de agosto de 2014

La visita










No podía parar de mirar a “mi padre“, de escuchar cada palabra que decía por miedo a que por su boca saliese algo que estuviera fuera de lugar. No es que fuese un hombre que no supiera comportarse, todo lo contrario, caía bien a todo el mundo por su carácter afable y campechano. Era educado y cortés, pero no dejábamos de ser humilde gente de barrio al lado de una familia que disponía de todo tipo de privilegios, y aunque yo casi me sintiera uno de ellos, seguía temiendo al rechazo.


Andrajos

sábado, 23 de agosto de 2014

Recuerdos










Cumplí los 18, y llegó la hora de ir a la universidad. Me decanté por la informática y me marché a Alicante. Mi madre me alquiló allí una habitación, y dejamos el piso de Benidorm, ella ya se había instalado con su novio, y los fines de semana podía quedarme con ellos.
El tipo vivía en un piso enorme con todo tipo de comodidades, y mi madre estaba encantada. Eso cambió con el tiempo, en mis visitas empecé a encontrarla más demacrada y ojerosa. Había veces que me recibía en bata y sin arreglar, eso no era propio de ella, siempre iba peinada y maquillada como una diva —se entristeció al recordar.

jueves, 14 de agosto de 2014

Llamadas que no llegan


Acabé de pasar mi última noche allí, ahora podía ir a otra ciudad y solicitar una plaza en otro albergue o volver a dormir en la calle. Me quedaban 50€ en el bolsillo, unas botas, un saco de dormir, dos jerseys, dos pantalones, calcetines y ropa interior, además de un neceser de aseo, mi ordenador, que mantenía siempre oculto a los ojos de los demás y sólo sacaba en la biblioteca, y un maldito teléfono móvil de prepago que nunca sonaba, y cuyo saldo para hacer llamadas era de dos euros.

lunes, 11 de agosto de 2014

El beso







Se paran, se miran, él la coge por la cintura y la besa. ¿Y qué hace ella? Se queda parada, perpleja, luego sale corriendo, y el cucurucho de palomitas queda a los pies del chico, que se mete las manos en los bolsillos y le da una patada.



lunes, 4 de agosto de 2014

Diamond life












Las oficinas se encontraban en la primera planta de un edificio de la calle Serrano, contaba con unos pocos despachos, una sala de reuniones y una gran sala común donde trabajábamos la mayor parte de los empleados: redactores, correctores, fotógrafos, maquetadores… Mi trabajo consistía en hacer reportajes sobre hoteles de lujo, coches de lujo, restaurantes de lujo, entrevistas a gente poderosa, y aquello me encantaba. Tanto entrevistaba a un conocido empresario como escribía sobre la última exposición de alguna galería de arte. Visitaba hoteles de cinco estrellas por Madrid, los viajes a hoteles más lejanos estaban reservados a personas más veteranas en la revista o se preparaban los reportajes por correo electrónico, con intercambios de información y fotos. Empecé a conocer productos delicatessen de los que jamás había oído hablar, y a recibir muestras de cosméticos de las firmas más importantes. Todos querían aparecer en nuestra revista, porque sus lectores podían pagarse cualquier capricho.


Andrajos

Vicente







Don Raimundo, cliente habitual, entró por la puerta con Vicente y se sentaron en una mesa. A Vicente le habían abandonado de niño en el altar de la iglesia, y Eugenia, la mujer que por entonces se ocupaba de la parroquia y de la casa del cura, lo encontró y lo crió como si fuera suyo. Nadie reclamó a aquel niño, y ni en Los Álamos, ni en toda la comarca se supo de alguna mujer recién parida que no tuviera a su pequeño con ella. 

Eugenia había muerto hacía unos años, y el muchacho había adoptado sus funciones, aunque estaba claro que la cocina no era lo suyo, pero mantenía los espacios limpios y ordenados. No era mal chico, simplemente seguía siendo como un niño, a pesar de tener casi veinte años. Tenía el pelo lacio, casi siempre le caía sobre los ojos, y al hablar con alguien solía apartarlo con las dos manos hacia los lados, como si fuera una cortinilla, lo que hacía que los niños bromearan con él y le hicieran comentarios, a veces de mal gusto.

martes, 29 de julio de 2014



—Siempre he deseado que Ramiro nos presentase a su novia, fíjate, que con sus treinta años eres la primera chica a la que trae a casa. No le digas nada, pero llegué a pensar que era así, ya sabes, un desviado de esos. No porque sea amanerado, no, que mi Ramiro tiene muy buena planta y es así muy serio y muy en su sitio, pero es que como dicen que los hay que no lo parecen…. Y claro, tan elegante siempre, y tan bien afeitado, y tan peinado, y esos, ya sabes, siempre van de punta en blanco, y a veces las madres pensamos cosas raras —decía quitándole importancia a lo que acababa de decir—. Debe ser la edad, que ya me pide ser abuela —me guiñaba un ojo—. Pero no, mi Ramiro me ha traído a casa una chica preciosa, no sabes lo contentos que estamos —decía mientras me cogía la mano entre las suyas y la apretaba en señal de aprobación.



miércoles, 23 de julio de 2014

El garaje



Pasé varias veces por delante del portón de entrada de aquel garaje, debía ser grande porque no pasaban demasiados minutos sin que entrase algún coche. La entrada era por una calle y la salida por otra, así que di varias vueltas a la manzana para encontrar el momento adecuado. En cuanto oscureció me quedé mirando un escaparate de una librería que había al lado, y cuando vi un coche que se disponía a entrar me puse alerta. El portón se abrió automáticamente con el mando accionado por el conductor, y el vehículo entró. Antes de que la puerta se cerrase yo ya estaba dentro.
            Tenía tres plantas, con unos sesenta coches en cada una, comunicadas con un ascensor y unas escaleras. Aunque a ratos tenía que esconderme porque entraba o salía alguien fui buscando un sitio adecuado para esconderme. Había un baño por planta, pero supuse que los utilizarían así que no era buena idea. También encontré un espacio vacío en la planta -3 en el que había cuatro bicicletas encadenadas y que no parecía tener mucho uso. Lo malo era que la luz de aquel habitáculo se encendía junto con la de las escaleras, y los ladrillos que la rodeaban estaban puestos a modo de celosía, así que cualquiera podía verme a poco que se asomara.

            Me decidí por un hueco tras un coche con una funda, supuse que su dueño no lo utilizaba demasiado al tenerlo tapado, a un lado del vehículo tenían un pequeño remolque tras el que me metí. Saqué el saco de la mochila, me senté con la espalda pegada a la pared e intenté dormir.


jueves, 17 de julio de 2014

Ella


Mientras  bebía el agua, Pepe  pudo observarla con detenimiento. Era bonita, y bajo ese delantal y esa ropa oscura se adivinaba un cuerpo femenino y esbelto. Su piel era blanca, y contrastaba con un pelo negro azabache que llevaba recogido en una trenza. La vio comprobando la mercancía, contando el número de botellas y tachando de la hoja de pedidos. Después le miró, y al ver que aún no se había marchado empezó a ordenar todo lo recibido en su sitio. Le indicó donde estaban las cajas que podía llevarse, llenas de botellas vacías, él las cargó en el camión y volvió a mirarla antes de irse.

Andrajos

lunes, 14 de julio de 2014

El bar


Don Fulgencio era conocido en todo el pueblo por su fuerte carácter, que se agriaba los días pares y se hacía insoportable los impares. Regentaba el bar del pueblo, donde los vecinos acudían a echar la partida, y se tomaban un vino sin etiquetar que no se sabía muy bien si estaba hecho con uvas o con unos polvos para dar color a aquel mejunje agranatado que sabía más a vinagre que a otra cosa, y que en graduación alcohólica debía pasar de los veinte. Era un hombre grande, con unas manos enormes y curtidas que indicaban una vida de duro trabajo. Tras una juventud haciendo carreteras y aspirando los vapores del alquitrán, compró el bar de Cosme, cuando éste, por la edad, ya no aguantaba las maratonianas sesiones tras la barra.

Aquello le sirvió para reunir un poco de dinero y atreverse a frecuentar a María, la hija mayor del barbero, pero ella, que aspiraba a una vida de comodidades, enamoró un verano al hijo de un empresario andaluz con el que se casó y se fue a vivir a Sevilla. Así que al final decidió que ya que había agasajado a la familia del barbero lo suficiente, no era mala idea rondar a la hija pequeña, Sara, una muchacha preciosa, pero tímida y callada que, aunque no fuera su sueño de mujer, era trabajadora y educada, y seguro que le daba unos cuantos hijos que le ayudasen con el bar.

viernes, 11 de julio de 2014

Distancias






"Ahí llegó el punto de no retorno, el punto en el que uno deja de querer no discutir y pasa a soltar por la boca cosas que quizá no sienta, o quizá sí, y necesita decirlas, herir, lastimar al otro. Así fue nuestra convivencia durante los dos años siguientes, dos desconocidos que saben de la existencia del otro porque oyen abrir o cerrar una puerta, o porque alguno ha terminado el rollo de papel higiénico y no lo ha repuesto, y el otro llega, lo descubre, y maldice ese error como si fuera imperdonable."

miércoles, 9 de julio de 2014

Días grises

"En la misma tienda compré una mochila más grande y un saco de dormir. Luego fui a otra donde adquirí unas buenas botas y unos cuantos pares de calcetines de invierno. Reorganicé todo en la mochila, y me marché a pasear cerca del mar. 
Esa sería la primera noche que dormiría en la calle."
Andrajos 

martes, 8 de julio de 2014

Andrajos

"Mi madre murió el día de mi cumpleaños. Venía por el pasillo a oscuras sosteniendo la tarta, con sus dieciocho velas encendidas. Mi padre y yo esperábamos sentados en la mesa del comedor, y mientras él cantaba el cumpleaños feliz yo sonreía sin quitar los ojos de aquel pastel luminoso.
De repente, las pequeñas llamas comenzaron a descender a toda velocidad hasta estrellarse contra el suelo, y el ruido de un gran golpe retumbó en toda la casa. Era el cuerpo de mi madre al impactar contra las baldosas, sufrió un infarto cerebral, nunca más se despertó, tenía treinta y cinco años."

Así comienza Andrajos, una novela ágil, directa, actual, donde el lector queda atrapado desde las primeras páginas en una trama en la que se intercalan dos historias, la de Elena y la de Carmen.


http://www.amazon.es/dp/B00L4LXIM6