—Siempre
he deseado que Ramiro nos presentase a su novia, fíjate, que con sus treinta
años eres la primera chica a la que trae a casa. No le digas nada, pero llegué
a pensar que era así, ya sabes, un desviado de esos. No porque sea amanerado,
no, que mi Ramiro tiene muy buena planta y es así muy serio y muy en su sitio,
pero es que como dicen que los hay que no lo parecen…. Y claro, tan elegante
siempre, y tan bien afeitado, y tan peinado, y esos, ya sabes, siempre van de
punta en blanco, y a veces las madres pensamos cosas raras —decía quitándole
importancia a lo que acababa de decir—. Debe ser la edad, que ya me pide ser
abuela —me guiñaba un ojo—. Pero no, mi Ramiro me ha traído a casa una chica
preciosa, no sabes lo contentos que estamos —decía mientras me cogía la mano
entre las suyas y la apretaba en señal de aprobación.
martes, 29 de julio de 2014
miércoles, 23 de julio de 2014
El garaje
Pasé
varias veces por delante del portón de entrada de aquel garaje, debía ser
grande porque no pasaban demasiados minutos sin que entrase algún coche. La
entrada era por una calle y la salida por otra, así que di varias vueltas a la
manzana para encontrar el momento adecuado. En cuanto oscureció me quedé
mirando un escaparate de una librería que había al lado, y cuando vi un coche
que se disponía a entrar me puse alerta. El portón se abrió automáticamente con
el mando accionado por el conductor, y el vehículo entró. Antes de que la
puerta se cerrase yo ya estaba dentro.
Tenía
tres plantas, con unos sesenta coches en cada una, comunicadas con un ascensor
y unas escaleras. Aunque a ratos tenía que esconderme porque entraba o salía
alguien fui buscando un sitio adecuado para esconderme. Había un baño por
planta, pero supuse que los utilizarían así que no era buena idea. También
encontré un espacio vacío en la planta -3 en el que había cuatro bicicletas
encadenadas y que no parecía tener mucho uso. Lo malo era que la luz de aquel
habitáculo se encendía junto con la de las escaleras, y los ladrillos que la
rodeaban estaban puestos a modo de celosía, así que cualquiera podía verme a
poco que se asomara.
Me
decidí por un hueco tras un coche con una funda, supuse que su dueño no lo
utilizaba demasiado al tenerlo tapado, a un lado del vehículo tenían un pequeño
remolque tras el que me metí. Saqué el saco de la mochila, me senté con la
espalda pegada a la pared e intenté dormir.
jueves, 17 de julio de 2014
Ella
Mientras bebía el agua, Pepe pudo observarla con detenimiento. Era bonita, y bajo ese delantal y esa ropa oscura se adivinaba un cuerpo femenino y esbelto. Su piel era blanca, y contrastaba con un pelo negro azabache que llevaba recogido en una trenza. La vio comprobando la mercancía, contando el número de botellas y tachando de la hoja de pedidos. Después le miró, y al ver que aún no se había marchado empezó a ordenar todo lo recibido en su sitio. Le indicó donde estaban las cajas que podía llevarse, llenas de botellas vacías, él las cargó en el camión y volvió a mirarla antes de irse.
Andrajos
lunes, 14 de julio de 2014
El bar
Don Fulgencio era conocido en todo el pueblo por su fuerte
carácter, que se agriaba los días pares y se hacía insoportable los impares.
Regentaba el bar del pueblo, donde los vecinos acudían a echar la partida, y se
tomaban un vino sin etiquetar que no se sabía muy bien si estaba hecho con uvas
o con unos polvos para dar color a aquel mejunje agranatado que sabía más a
vinagre que a otra cosa, y que en graduación alcohólica debía pasar de los
veinte. Era un hombre grande, con unas manos enormes y curtidas que indicaban
una vida de duro trabajo. Tras una juventud haciendo carreteras y aspirando los
vapores del alquitrán, compró el bar de Cosme, cuando éste, por la edad, ya no
aguantaba las maratonianas sesiones tras la barra.
Aquello le sirvió para reunir un poco de dinero y atreverse a
frecuentar a María, la hija mayor del barbero, pero ella, que aspiraba a una
vida de comodidades, enamoró un verano al hijo de un empresario andaluz con el
que se casó y se fue a vivir a Sevilla. Así que al final decidió que ya que
había agasajado a la familia del barbero lo suficiente, no era mala idea rondar
a la hija pequeña, Sara, una muchacha preciosa, pero tímida y callada que,
aunque no fuera su sueño de mujer, era trabajadora y educada, y seguro que le
daba unos cuantos hijos que le ayudasen con el bar.
viernes, 11 de julio de 2014
Distancias
"Ahí llegó el punto de no retorno, el punto en el que uno deja
de querer no discutir y pasa a soltar por la boca cosas que quizá no sienta, o
quizá sí, y necesita decirlas, herir, lastimar al otro. Así fue nuestra
convivencia durante los dos años siguientes, dos desconocidos que saben de la
existencia del otro porque oyen abrir o cerrar una puerta, o porque alguno ha
terminado el rollo de papel higiénico y no lo ha repuesto, y el otro llega, lo
descubre, y maldice ese error como si fuera imperdonable."
miércoles, 9 de julio de 2014
Días grises
"En la misma tienda compré una mochila más grande y un saco de dormir. Luego fui a otra donde adquirí unas buenas botas y unos cuantos pares de calcetines de invierno. Reorganicé todo en la mochila, y me marché a pasear cerca del mar.
Esa sería la primera noche que dormiría en la calle."
Andrajos
Andrajos
martes, 8 de julio de 2014
Andrajos
"Mi madre murió el día de mi cumpleaños. Venía por el pasillo a oscuras sosteniendo la tarta, con sus dieciocho velas encendidas. Mi padre y yo esperábamos sentados en la mesa del comedor, y mientras él cantaba el cumpleaños feliz yo sonreía sin quitar los ojos de aquel pastel luminoso.
De repente, las pequeñas llamas comenzaron a descender a toda velocidad hasta estrellarse contra el suelo, y el ruido de un gran golpe retumbó en toda la casa. Era el cuerpo de mi madre al impactar contra las baldosas, sufrió un infarto cerebral, nunca más se despertó, tenía treinta y cinco años."
Así comienza Andrajos, una novela ágil, directa, actual, donde el lector queda atrapado desde las primeras páginas en una trama en la que se intercalan dos historias, la de Elena y la de Carmen.
http://www.amazon.es/dp/B00L4LXIM6
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