lunes, 20 de abril de 2015

Coris






—Pasa, no te quedes ahí —me acompañó al centro, a ver de cerca aquella colosal roca que llegaba casi hasta el techo.
—¿Qué es?
—Es coris, el mineral más caro del mundo y el más difícil de conseguir. Rados es el único país del mundo que tiene minas de coris, y por tanto es su mayor fuente de riqueza. La última gran guerra fue debida a la insuficiencia de recursos energéticos para todo el planeta. Los países que contaban con ellos fueron atacados por los que querían poseerlos, el número de bajas humanas fue tan grande que algunos territorios jamás llegaron a recuperarse. Cuando Rados descubrió lo que podía hacer el coris ocultó sus funcionalidades al resto del mundo, protegiéndose frente a cualquier ataque. Por eso, cuando las normas te parezcan muy estrictas piensa que es por tu seguridad, por la seguridad de todo Rados.
La miré esperando a que continuara, aunque en realidad quería hacer un montón de preguntas ¿Por qué estaba yo allí? ¿Qué se suponía que debía hacer?
—Supongo que estarás preguntándote qué pintas tú en todo esto —me dijo en respuesta a mis pensamientos, asentí—. Estas piedras no valen absolutamente nada en bruto, sólo pueden usarse una vez talladas.
—¿Para qué se usan? —me atreví a preguntar.
—Producen una energía mil veces superior a cualquier otra fuente conocida. Estas piedras nos abastecen de luz, dan movimiento a nuestras naves, producen el calor que disfrutamos en nuestros edificios… Gracias a ellas Rados es un país totalmente independiente, que no necesita comprar energía a otros países, esto nos hace autosuficientes.
—¿Y los demás países no están interesados en adquirir coris?
—Su existencia es uno de los secretos mejor guardados por el gobierno, tan sólo las personas que trabajan en este edificio conocen su uso como fuente de energía. Jamás debes comentar con nadie que no pertenezca al departamento lo que verás aquí, si lo haces recibirás el máximo castigo.
—Entiendo, pero no comprendo qué hago yo aquí.
—Este mineral tiene una característica extraña que hace que no todo el mundo pueda manipularlo. En bruto bastaría ejercer una pequeña presión sobre él para que se deshaga convirtiéndose en polvo. Una vez tallado se vuelve duro y resistente, no pudiendo ser troceado más que por otro de la misma clase.
Recordé aquella pirámide que había hecho de niña y en que ya me había fijado en aquella característica, aquel trozo de cristal a punto estuvo de destruirse entre mis manos.
Lulú siguió hablando:

—Si yo tocara una de esas piedras la convertiría en polvo de inmediato, por eso estás aquí. Se ha comprobado que tu tacto te permite moldear a antojo el coris, y las piezas no sólo no sufren ningún daño, sino que consigues un tallado perfecto.


jueves, 9 de abril de 2015

Las manos










Recuerdo cuando empecé a recibir la formación. Lloré durante días, aquellas aulas monocromáticas no eran un lugar adecuado para los juegos a los que estaba acostumbrada, allí no tenía a adolescentes y adultos que me contemplaran constantemente, y no conseguía adaptarme a las rígidas normas y a la rutina establecida por el sistema.
Mi padre consiguió sacarme del aula en alguna ocasión, y me llevaba a pasear por los jardines, donde me enseñaba las nubes y me hacía descubrir nuevas formas en ellas. Aquello sí me gustaba, dejar volar la imaginación y aparecer en un mundo de enormes animales esponjosos que flotaban en el aire. En aquellos paseos me explicaba lo importante que era mi formación, de lo que hiciera allí dependería el resto de mi vida. Si lo hacía bien podría vivir en un palacio, y si lo hacía mal me dedicaría a realizar las labores que nadie quería hacer. Creo que en aquel momento él no era consciente de toda la razón que tenía.
Mis inicios en la lectura y en la escritura fueron nefastos, no era capaz de mantener la atención más de dos minutos seguidos, en mi cabeza aquellas letras adquirían volúmenes y formas, al igual que las nubes, y los números se armaban con ojos, brazos y boca, y comenzaban batallas entre ellos que acababan con la derrota de los más débiles. Aquella ensoñación sólo me sirvió para tener que pasar más horas en las aulas recuperando las materias que no aprendía a la vez que el resto.
Lo único que me gustaba de aquellas clases era cuando nos daban una masa moldeable, que manejaba hábilmente entre mis dedos, y de la que salían Kurs, aves y otros animales que tan solo conocía por fotografías. Las reproducciones eran tan exactas que la formadora se las llevaba a los vigilantes para que hicieran un informe sobre ellas. Por fin habían descubierto cual era mi habilidad, las manos. 


Las manos de Vera 

jueves, 2 de abril de 2015

Jordana





Le contó su escapada en la bala y lo que había podido comprobar. Él no daba crédito a sus palabras ¿Acaso habían acabado así con su madre después de haberles dado tantos trabajadores? ¿Eso es lo que debían esperar todos ellos del sistema?
—No cuentes esto a nadie más ¿Me oyes? Te pondrías en peligro.
—Lo sé, aunque me gustaría que se supiera la verdad.
—No digas nada, será lo mejor para todos.
Y los dos guardaron ese secreto, que muy pronto les separaría.
Pasaron varios días, y la tristeza de ella se volvió enfermedad. Los médicos de la granja enseguida se ocuparon de cuidarla, era una de sus alumnas más brillantes, y seguramente conseguiría un trabajo en Ígrada, lo que daría puntos suficientes para que la granja subiese de categoría.
Permaneció ingresada, tumbada en una cama sin hablar con nadie. Permitieron a sus hermanos ir a verla una sola vez, no querían que el estado de ella influyera en la formación de los demás.
Jordana empezó a tener fiebre, primero unas décimas, después los suficientes grados para que empezaran a temer por su vida. Y con la fiebre llegaron las pesadillas, y con las pesadillas las alucinaciones, y con las alucinaciones los gritos pidiendo que la sacaran de aquel crematorio, pidiendo que le devolviesen a su madre.
Cuando Sater volvió a ver a su hermana fue subiendo a una bala, se acercó para decirle adiós, y cuando miró a sus ojos se dio cuenta de que no le reconocía, aquellos ojos no eran los suyos, la habían convertido en un nonen.

Las manos de Vera