Los vigilantes no son del
todo humanos, nacieron como tales, pero al infringir las normas, sus órganos
fueron sustituyéndose por piezas robotizadas y programadas según las exigencias
del gobierno. Ellos obedecen al programa, y no permiten que nadie se salte las
normas ni el esquema establecido. A la primera falta, y sin un juicio previo,
cualquiera de los habitantes de Silopos puede ser condenado a convertirse en un
nonen: un humano con maquinaria robótica.
La ley de Rados establece
que al ladrón le sustituirán las manos por otras mecanizadas, al curioso serán
los ojos, el que difiera con el gobierno verá su cerebro reprogramado con
múltiples chips, y así con todas las partes del cuerpo imaginables.
Los vigilantes son nonen
con más de un 75% de su cuerpo robotizado, sólo les queda de humano su aspecto
exterior, por dentro son máquinas de precisión preparadas para obedecer.
Las granjas de humanos
son el único sitio donde está permitida la procreación. Fuera de ellas, sólo
los miembros del gobierno y la familia real pueden permitirse tener hijos. Para
el resto resulta imposible, las mujeres son esterilizadas al llegar su tercera
menstruación, exceptuando a las elegidas para criadoras.
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